Detrás de la fachada más reluciente, pueden esconderse problemas de construcción o mantenimiento que tanto el vendedor como el agente inmobiliario están obligados a revelar antes de cerrar una transacción inmobiliaria. Se trata de defectos que pueden resultar invisibles en una visita convencional, y que pueden ir desde una gotera recurrente hasta un problema estructural o eléctrico serio, que podrían acabar en una disputa legal.
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